27.3.07

Al Aconcagua - Día 6


19.01.05 – Miércoles - Puente del Inca - 2.720 msnm

Nos levantamos a eso de las 07:30, pero el agua caliente faltó a su cita. Alguien (suponemos que Daniel, por ahorrar) apagó la caldera. Mientras se calentaba, tuvimos que invertir el orden, y desayunamos primero. Cuando el agua estuvo a una temperatura aceptable, nos pudimos bañar. Pedro, como El País, “¡primero siempre!”.

El día se presentó magnífico, pues durante la noche, el viento barrió el cielo, despejando todas las nubes.

Terminamos de vestirnos y salimos al sol. Aún está fresco. Mohammed, quien no va a ingresar al Parque, decide aprovechar el buen clima para visitar otros cerros en los alrededores. Lo triste de cualquier despedida se ve atemperado por la emoción de la partida inminente. Bueno, más o menos inminente: los handies prometidos no llegaron. Tampoco está la transfer que nos tiene que llevar al parque. Pedro pide dinero para el almuerzo de marcha a último momento. Al final aparece Mario, muy conocido en la zona por su afición a las montañas y al vino de Mendoza (tal vez el orden de sus preferencias no sea ese...). Subimos los bultos y a nosotros en la camioneta, al perro y Mario, y ¡salimos!

A las 10:45 llegamos a la entrada al Parque Provincial Aconcagua. Un rápido trámite de registro, en donde sin ser cordiales, nos entregan una bolsa para residuos, la cual debemos entregar al regreso o la constancia que la han recibido los prestadores. Vamos a llenar las cantimploras en una canilla, con tan mala suerte que el agua estaba muy turbia.

Nos colocamos las mochilas y partimos ágilmente para Plaza Confluencia.

Recibe el nombre porque ahí se juntan dos ríos de deshielo, el Horcones Superior y el Inferior.

El trayecto resulta fácil y cómodo, en 2:45 horas llegamos al campamento. Encontramos todo lo que las mulas debían dejar ahí en buen orden. Yo no estaba tan confiado

Hay como 50 carpas, casi todas The North Face, varios domos muy coquetos y las carpas de los prestadores de servicio. La primera impresión que tengo es que es demasiado civilizado, con las carpas muy juntas, todas armadas sobre piedras y tierra seca, que vuela y se cuela por todos lados.

Es obligatorio el uso de los baños provistos por los prestadores de servicios, o del baño público de los Guarda Parques. Los desperdicios que producimos se los entregamos a los de Malku (con quienes hemos contratado los servicios), y no tenemos que utilizar las bolsas numeradas que nos dieron a la entrada.

Armamos las carpas en general. Como detalle, a Gerardo le reclaman unas piedras que usó para el armado de la suya, pues éstas “son de la empresa”!!!. Luego de algunas discusiones tontas, nos dividimos para dormir. En una carpa, solo duerme Gerardo, quien está con una infección de la garganta y no desea contagiar a nadie. En el Palacio de Gobierno dormirán Ángel, JJ y Pedro, quien no duerme con roncadores. En la Carpa de Julián duerme el y Javier, y en la otra, Edison, Chavy y yo.

Comienzas los primeros problemas de convivencia. Nos olvidamos en la heladera del refugio de unos frankfurters y queso y fiambre. Pedro, en lugar de la comida de marcha prevista para hoy, compró manzanas. Ante esto, decidimos cocinar una polenta. Me preocupa Gerardo, quien claramente no se encuentra bien. La tarde pasó rápido, con algún paseo por una pequeña elevación a unos pocos metros de donde estamos acampados. El sol pega muy fuerte, y comienza a dolerme la cabeza. La temperatura baja bruscamente al caer el sol.

Hoy es el cumpleaños de Marta. Me acuerdo pero no tengo manera de llamarla.

Cerca de nosotros arman su carpa un par de azafatas americanas. Barbie es de Montana, pero a pesar de su nombre, ha recorrido selvas, montañas y desiertos.

No estuvimos atentos a que la noche llega un poco más temprano en las montañas, y debimos que terminar de hacer la cena a la luz de las linternas.

Me siento físicamente bien, con apetito, y me esfuerzo en tomar el líquido requerido.

El interior de la carpa comienza a tomar forma: es un desorden total.

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23.3.07

Al Aconcagua - Día 5



18.01.05 – Martes – Puente del Inca - 2.720 msnm

El golpeteo de la lluvia sobre el techo de zinc del refugio resultaba demasiado agradable para interrumpirlo. Pero a las 09:00 me decidí a levantarme. La ducha de costumbre, que pienso aprovechar al máximo mientras se pueda. Después del desayuno, una reunión de equipo en donde se manejan los próximos planes. En lo inmediato, preparar el equipo, separando lo que llevaremos con nosotros mañana, lo que llevarán las mulas hasta Confluencia (3.300 msnm, en donde estaremos unos tres días), y lo que es destinado a Plaza de Mulas.

Entre nuestro desconocimiento, y los cambios de planes e inconsistencias de la previsión, me molesto un poco. En esos menesteres estábamos cuando llegó Julián Insarralde a quien casi todos conocíamos, aportando su buena onda.

Otra vez fuimos a almorzar a Roque’s, pero esta vez, sin cerveza. Mis planes de dormir la siesta se vieron interrumpidos por una partida de truco argentino, que ganamos con Daniel, quien resultó un fullero de nota. La lluvia a esta altura, es nevada unos cientos de metros arriba, y Daniel aprovecha la oportunidad para ofrecer transporte hasta el Cristo Redentor. Claro que el precio sube instantáneamente.



Llegó una pareja que habla en francés. Entre nosotros, pero al alcance de su oído, hacemos algunos cuentos subidos de tono (muy subidos de tono, en realidad), total, no nos entendían. Un poco después, al dudar sobre la marca de su auto, la señora nos la informa en perfecto español, y nos cuenta que su marido es canadiense, pero ella es cordobesa de pura cepa. ¡Vergonzoso mutis por el foro!

Como la lluvia continúa mansamente, conversamos bastante con Sol y su hermana Flor. En general, los más jóvenes –en realidad, las mas jóvenes- nos tratan casi como héroes. No sé si nuestra percepción está devaluada, pero me parece francamente exagerado. El refugio está lleno de gente, porque se arriman también los que están también en el “camping”.

Este camping merece un párrafo aparte. En Puente de Inca, el viento sopla permanentemente barriendo las piedras, y no existe casi vegetación, excepto por unos pastos muy castigados. Si bien cuando hay sol la temperatura es muy agradable, en cuanto cae, baja rápidamente. Impensable armar una carpa de las comunes, por lo que aprovechando uno de los galpones de la estación, arman las carpas ahí adentro.

Llegaron desde la montaña dos veteranos. La tormenta, de la que estamos padeciendo unos leves coletazos, los echó sin miramientos. Nos contaron que el frío fue lo peor: hubieron de dar vuelta por principio de congelamiento. Hombres curtidos en uno más de sus infructuosos intentos. Me impresiona su equipo con mucho uso: no son novatos, y sin embargo, no pudieron. Cada vez me convenzo que racionalmente no tengo muchas oportunidades. Emocionalmente, sigo esperando llegar a la cima.

A la tardecita, la transa de las mulas. “Tribilín”, con quien teníamos la reserva, no aparece, no sabemos el precio, todo “puede ser”. También resultó confuso el pago del alojamiento. No había un precio arreglado previamente (en realidad, tampoco había reserva) y requirió negociación. Costó un poco más de lo previsto, porque Daniel terminó cobrándonos el uso de la cocina, y unos desayunos...


Fuimos a buscar los handies al cuartel, pero quien debía traerlos se tuvo que quedar en Mendoza, “por orden superior”. Saldrá mañana por la mañana desde Mendoza. Mañana dejaremos la molicie del refugio.

Los chicos organizaron un fogón en el camping, pero no había mucho ambiente, las mismas canciones de Sui Géneris de las que nadie se acuerda toda la letra. Cuando llegaron dos muchachos y comenzó a sentirse el olor a marihuana, me fui a acostar.

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19.3.07

Al Aconcagua - Día 4

17.01.05 – Lunes – Puente del Inca - 2.720 msnm

A las 05:00 sonó el despertador de algún reloj. Nadie lo apagó y a las 05:10 volvió a sonar. Tampoco nadie se responsabilizó del suceso. Por las dudas, cambié la hora de la programación de mi despertador para las 10:30

Casi todos pasamos una noche regular, con dificultades para dormir. Repetimos las mediciones de pulso y respiración, y a las 07:30 me levanté. Baño consuetudinario, y un desayuno muy extendido, como hasta as 08:30. Combinamos con Daniel que nos llevara en su auto (mediante un jugoso pago, por cierto) hasta la base del Cristo Redentor. Por supuesto, a pesar de lo programado, no arrancamos hasta las 09:30, en dos tandas. Nos acompaña Anja, quien está esperando a unos amigos de R. Checa, y para pasar el tiempo se nos une. A las 10:15 comenzamos el ascenso. Durante este, probamos los handies con Pedro, quien se quedó en el Refugio, junto a Chavi y a Javier, aquejados de malestares varios.

En 2:45 hs. llegamos al Cristo, todo el grupo en buenas condiciones. Nos llama la atención la fortaleza de Anja, y su tolerancia al frío: mientras varios vestíamos campera, ella estaba cómoda con una remera de manga corta. Un rápido almuerzo “de marcha” y descansamos un poco al sol y al resguardo del viento. En el estacionamiento, bajaban los turistas y el viento frío los golpeaba inmediatamente. JJ y Ángel quedaron ahí, mientras el resto seguimos hasta la cima este, a 4.250 msnm.

Con los descansos incluidos, a las 16:00 estábamos nuevamente en la base, en el pintoresco edificio inaugurado por Perón en 1950.

En el mismo bus, y con el mismo chofer-guarda-maletero que nos trajo desde Mendoza hasta Puente del Inca nos volvimos. Al llegar, Pedro se estaba levantando de la cama, con un fuerte cuadro gripal.

El almuerzo en el cerro había sido demasiado frugal. Para remediar esta incómoda situación, con JJ y Mohammed nos arrimamos a lo de Roque, en donde con “lomitos” y papas fritas calmamos nuestro apetito.

Después de una relajante ducha, con el único inconveniente que estaba tapado el desagüe, salimos a conversar al fresco de la noche, que se mostraba muy generosa con nosotros. En el cielo, estrellas sin cuenta: Orión, las 7 Cabritas, etc enmarcadas en el horizonte montañoso. Nuestra excitación frente al desafío de la montaña aumenta, y cada uno lo manifiesta de forma diferente.

Decidimos hablar con los militares, para ver si podían hacer las alteraciones en los handies.

Las dilaciones habituales, las vueltas del oficial y al final quedamos en que lo iba a mandar a un técnico en Mendoza, por un cabo que bajaba esa noche.

Quedaba pendiente el desafío al truco “uruguayo” con nuestras contrincantes del día anterior. Mientras jugábamos, comíamos algo y también bebíamos, llegó Anya averiguando algo más sobre las mulas, infraestructura del campo, etc. Se siente medio perdida sin sus amigos, y en un idioma extraño. Con Edison nos quedamos jugando hasta que unos chicos que estaban en el “camping” intentaron “saquear” el refrigerador. Al punto se levantó Daniel y puso fin a la reunión.

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14.3.07

Al Aconcagua - Dia 3



16.01.05 – Domingo – Puente del Inca 2.720 msnm

Hoy me levanté muy bien. Antes de salir de la cama, nos medimos la frecuencia cardíaca y respiratoria. Sin dolor de cabeza, me di un largo baño con mucha agua caliente.

El desayuno sin apuro, pues para hoy no tenemos nada previsto, solo movernos en el lugar. Sin embargo, el líder del equipo cambió los planes sin aviso. Me molestó. A los apurones, me vestí y tomé algo de equipo. Salimos hacia el Banderitas Norte, un cerro muy cercano, de unos 5.000 msnm.



Los de la partida fuimos Ángel, Mohammed, Chavy, Pedro y yo.

Comencé la salida de mal humor, pero a medida que comenzamos a ascender, fui mejorando. El clima ideal. Calor, sin viento, no precisamos abrigarnos. Me sentí muy bien. Lamentablemente Chavy tuvo que dar vuelta bastante débil, pues el espíritu del chino aún lo perseguía. Pedro tampoco estaba bien, pero nos acompañó hasta el “Mirador”.



Junto con Mohammed y Ángel, seguimos hasta la señal, a donde llegamos muy bien. Si por mi fuera, hubiera seguido ascendiendo, pero estaba fuera de programa.




Bajamos sin novedad para un almuerzo muy común, y con una grata sorpresa: la llegada de Edison Maciel. Pasamos la tarde arreglando algunos materiales, y conversando mucho. Además llegaron varias personal al refugio, en especial Tomás, de Estonia pero con un fluido manejo del castellano, y Anja, de la República Checa, quien habla Checo (supongo que bien) y un inglés tan bueno como el mío.

Hay un grupo de argentinos medio bajoneado: después de todo el esfuerzo que significa armar una expedición, a uno de ellos le dio un ataque de pánico en Confluencia, y tuvieron que renunciar a la empresa.

Nos quedamos jugando al truco argentino y conversando, tomando unas cervezas hasta medianoche.

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13.3.07

Primera travesía en canoa

Primero me compré los remos en una liquidación, después la canoa. En fin, no todos seguimos el proceso lógico :) Lo cierto es que estaba en el local del Grupo Scouts Marinos, y no la había usado mas que en alguna ida familiar hasta el arroyo Pando. Eso sí, llenas de diversión, con Noel, Victoria, Miguel y Stella... y hasta Beatriz, mi suegra, anduvimos embarcados.

En esa oportunidad, habíamos hablado con Chavy durante la semana, y a la mañana del sábado, pasé por su casa, también para ir al Pando.
Mientras cargábamos alguna cosa en la Niva, comentamos nuestro programa, y que habíamos leído en la revista Uruguay Natural que ese fin de semana había una travesía que partía de Santa Lucía. No lo pensamos mucho. Volvió a entrar en su casa, tomó un sobre de dormir y muy pocas cosas más, le dio un beso a Gaby (que como siempre, una ídola!!!) y arrancamos. Breve detención en mi casa también para juntar la carpa y el sobre, y salimos para Santa Lucía.

Después de todos los cambios en nuestro programa inicial , llegamos a la tarde a orillas del río, sin saber exactamente casi nada. Ni horarios, ni trayecto... nada!

Armamos la carpa en el camping, y averiguamos con quien teníamos que hablar... Ahí conocimos a Miguel, un tipo fuera de serie! Nos mandó primero al agua, que se corrían unas regatitas, en las cuales ni aparecimos. Primera vez que remábamos juntos!
Al regreso al camping, nos dimos cuenta que en nuestro apuro, no habíamos traído nada de vajilla, por ejemplo. Gracias a la buena onda de la gente del club organizador "Remoaventura", nos agenciamos de vasos para una buena cocoa caliente. La jornada estaba terminando, y remataba con una cena en el local del Remeros. Tampoco teníamos platos, cubiertos ni nada. Con la buena disposición de todos, armamos nuestra vajilla y disfrutamos de un buen asado y un par de guitarreros que nos acompañaron.

A la mañana siguiente, cargamos la canoa en un camión, y nos llevaron hasta la represa. Allá partimos por el Santa Lucía Chico. El río estaba muy bajo, y dos por tres teníamos que caminar, acompañados de las protestas por el bajo nivel y el grito de Hugo "No vengo nuuuunca más!" Claro, después nos enteramos que seguiría yendo, porque era uno de los organizadores!

Cuando se juntó con el S.Lucía Grande, mejoró mucho el caudal, y aumentó la velocidad. Una rápida visita a "25 de Agosto" en donde nos esperaban para almorzar, pero fue mas bien el paso de la langosta... rápidos y con hambre, corrimos hasta donde estaba servido el almuerzo, comimos y nos fuimos trotando, nuevamente a las canoas.

Pocos minutos mas, y estábamos llegando al puente, fin de nuestra etapa.

Dudo que hubiera un comienzo mejor para nuestras travesías. Linda actividad, y gente maravillosa!

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12.3.07

Al Aconcagua - Día 2

15.01.05 – Sábado - Mendoza - 700 msnm

Puse el despertador, pero soy un hombre ansioso... Después de bañarnos y vestirnos recién eran las 05.30! Recibí algunos comentarios elogiosos sobre mi presteza, o por lo menos así los entendí. Pero no hay mal que por bien no venga. Nos permitió llevar todo el equipo a la terminal, apenas a cien metros. Al llegar me dirigí a informes y pregunté en que andén debíamos embarcar. “Plataforma 12”. El diariero hizo una mueca y dijo bajito: “Plataforma 45”. Arrimamos los bultos a la plataforma 12. Al acercarse la hora volvimos a chequear la información y rápidamente movimos los bultos a la plataforma correcta: la 45. Solo faltaba una tarrina, y Javier fue a buscarla al hostel. Cargamos en el bus mientras mirábamos hacia atrás esperando a Javier. Lo vemos llegar rengueando: como no le abrían la verja, decidió saltarla, con tan mala suerte que se clavó una púa de la misma en el pie.

El viaje en el bus resultó muy lento, con muchas paradas, y al ascender, comienzan los dolores de cabeza.




Al llegar a Puente del Inca y descender del bus, nos está esperando el Tucu. Edad indefinida, cutis quemado por el aire de la montaña y el alcohol, pocos dientes pero visibles. Lo conocemos de nuestra anterior visita, y el nos recuerda. Exclamaciones de alegría al vernos. Nos dirigimos directo al Refugio “Vieja Estación”, atendido por Daniel. Como su nombre lo indica, aprovecharon las instalaciones de la antigua estación del ferrocarril.
El ambiente es bueno, para nada lujoso: hay hospedadas una chicas de Buenos Aires, y dos alemanas, profesoras de la Deutsche Schule de Sao Paulo, en viaje de fin de contrato. Siguen para Rapa Nui, Bolivia, etc.

Nos acomodamos en la última de las habitaciones, exclusiva para nosotros. Parte de nuestro equipo debe quedar en el corredor.
En el desempaque, aparecen las carpas nuevas, y los handies. Lamentablemente, éstos no fueron alterados, y no pueden trasmitir en la frecuencia en que operan en el Parque.

A la cena, fuimos a lo de Roque, un buen reencuentro. En esta oportunidad está con su esposa Teresa, y sus hijos Daniel y Flavio.

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Si la barra lo pide...


A pedido las admiradoras (del Capitán Troy, no mías) dejo la fotito. Cabello renegrido al viento, timoneando el Tiki, como corresponde a un Capitán que se precie!

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9.3.07

Al Aconcagua - Día 1

14.01.05 – Viernes - Mendoza - 700 msnm

Después que Noel franqueó la puerta de embarque en el Aeropuerto Internacional de Mendoza, sólo tuve que aguardar unos momentos hasta que Gerardo Ismach transpusiese la puerta de salida empujando un carrito atiborrado de bultos.
En pocos minutos estaba el primer grupo completo: Pedro Ciganda, Chavy (Javier) Brindisi, Juan José Rodríguez, Javier Pozzi (que fue una sorpresa), Gerardo, Ángel Clemente y yo.

Los había ido a recibir, aprovechando que Noel se volvía a Montevideo en el mismo avión que los trajo, después de pasar unos días de vacaciones juntos.

Javier, Chavy y yo nos dirigimos hacia el Parque San Martín, a obtener los permisos de Javier y Julián (los otros ya los había gestionado en la semana anterior), mientras el resto fue al hostel en dos taxis. Sin dejar nuestro coche, completamos los trámites y también rumbeamos para el Hostel Savigliano. Está situado cerca de la terminal de buses de Mendoza, con las ventajas y desventajas que ello conlleva en cualquier ciudad del mundo.

A pocos pasos de nuestro alojamiento hay varios restoranes de dudosa calidad, y en uno de ellos almorzamos. Lo que le faltaba de higiene lo compensó con el show callejero que se desarrolló frente a nuestros ojos. Los jugadores de mosqueta, con las maniobras y trampas habituales, las gitanas ofreciendo buena fortuna, y dejando sus maldiciones, las mozas jugando con bombitas de agua con un heladero nos distrajeron del pollo con fritas, por suerte. Al fin de este almuerzo llegó Mohammed Memon. Todo un personaje, por cierto. En el anterior intento exitoso de Pedro al Aconcagua se conocieron y se hicieron amigos. Vive en California, en donde tiene una cadena de locales de venta de ropa “punk”. Su interés es acercarse a la montaña, después de un accidente de tránsito bastante severo, y ver como se siente para una programada expedición al Everest.

Con los formularios completos, teníamos que ir al Banco de la Nación a pagar por el ingreso al parque: U$S 300,00 para los extranjeros, y U$S 100 para los argentinos. La burocracia nos manda del Banco nuevamente a la Dirección de Recursos Naturales Renovables. Mientras terminamos las formalidades, Pedro pregunta cuántos Uruguayos han ingresado esta temporada al Parque. Una rápida mirada al monitor, y la chica responde: -“Siete”. Por un momento, Pedro quedó demudado... hasta que nos dimos cuenta que éramos nosotros los que aparecíamos en la estadística.

Ahora sí: ya tenemos todos los permisos necesarios, vamos por el equipo. Al llegar a lo de Fernando Pierobon, nos encontramos con la siesta mendocina, y las cortinas bajas.
Como no teníamos nada pendiente ahí, con Chavy y Ángel fuimos hasta Orviz, y de ahí al centro, en un tranquilo pero estresante (para mí, que no precisaba nada) tour de compras.

A eso de las 21:00 llegamos cansados al hostel, y llamamos a Mohammed para cenar todos juntos. No fue fácil elegir el lugar. Por barato o por caro, bueno o malo, ninguno servía. Al final, nos quedamos en un “tenedor libre” regenteado por un chino con aspecto cadavérico. La comida, o el humor del chino, serán los responsables de algún desarreglo digestivo en los días posteriores.


El bus parte mañana a las 07:00 para Puente del Inca.

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7.3.07

Primera Montaña III

A la mañana siguiente, nos levantamos temprano, y colaboro en lo posible con el resto del equipo, que prepara su asalto. Después del desayuno, los veo partir por el mismo camino del día anterior.
Hago una corta caminata por los alrededores, ordeno un poco el campamento y me siento muy quieto en unas piedras que protegen del viento a las carpas. Al poco tiempo, percibo un ligero movimiento, una mancha en la nieve. El zorro, de color dorado, se acerca desconfiado pero tentado por el olor de los alimentos.
Trato de mantenerme inmóvil, y me ayuda la ropa y los lentes. El animal termina acercándose hasta casi un par de metros pero su desconfianza puede más que el hambre, y escapa.
Es curioso ver que entre la nieve también hay ratoncitos.

Aburrido, me voy a la carpa que armaron los prestadores. Hoy estoy con más apetito y bien descansado. Allá me encuentro con un grupo de gente de Bahía Blanca, que estaban descansando. Compartimos mi pizza y su sopa, pero sobre todo, un espacio de tiempo muy agradable y enriquecedor. También estaba un francés, junto con un alemán, que volvía de intentar alcanzar la cima apoyado en dos bastones. Admirable!

Como a eso de las 16:00 vuelvo al campamento y me pareció sentir que me llamaban.
Miro para todos lados, recorro unos cientos de metros por el sendero hacia arriba y no encuentro a nadie. Trepo una colina de unos pocos metros que hay enfrente. Perder el camino de regreso es un riesgo importante, pero habitual. La blancura de la nieve confunde, y equivocarse es potencialmente muy peligroso. A ambos lados hay importantes desniveles. Pero nada.
Vuelvo a sentarme en la piedra, y nuevamente oigo mi nombre bajo pero claro. Se abre una carpa y me encuentro con Gabriel, acostado en su sobre, agotado.
Me dice que el frío arriba es muy intenso, y que había comenzado a congelarse las manos, por lo que decidió volver. El resto de la gente había continuado.
En la arista visible, el "viento blanco" se notaba claramente y la temperatura también había bajado mucho en el campamento.
Rápidamente calentamos una sopa y volvió a descansar.

Al caer las sombras, regresan Andrés, Alejandro y Pedro, ya con las linternas encendidas. No pudieron llegar hasta la cumbre porque las condiciones se endurecieron mucho, pero deben haber llegado hasta los 6.000 msnm aprox.
Todavía tenían ánimo de ir a festejar, por lo que nuevamente fuimos a la carpa grande, a festejar el regreso.

A la noche, la electricidad estática producida por el pasaje de una nube forma un halo azulado en nuestros cabellos y saltan chispas de nuestras manos.


A la mañana, estoy pronto temprano para descender, pero la salida se demora como hasta las diez. Me impacienta un poco esta pérdida de tiempo, porque a las 15:00 hs debemos estar de cualquier manera en el refugio. La camioneta se va, y nos había alertado que no podía esperar más allá de esa hora. Comenzamos la bajada y los primeros pasos en el filo me asustan: mirando para abajo, la caida a ambos lados es impresionante! El camino de bajada es mas rápido, pero también cansador. Las rodillas sufren mucho, y todo mi peso y el de la mochila se concentra en los dedos de los pies. Las botas dobles no son muy amables con ellos...
Al salir a esa hora, nos vemos obligados a alargar el paso. Un nuevo error mio (y van tantos que ya no los cuento...) es no desabrigarme, y estoy muy acalorado.
Al llegar a Las Veguitas ya estoy muy cansado, pero apenas tenemos tiempo para recoger lo que habíamos dejado en el pirqueo (estaba todo) y seguimos hacia el refugio. Por supuesto voy último, con los pies llenos de ampollas, y casi incapaz de levantar las piernas.
Me equivoco en un camino, y tengo que remontar unos pocos metros, lo que es un sufrimiento absoluto! Veo abajo la van, y a los primeros del grupo que ya están llegando. Por lo menos no se van a ir sin mi... creo!
Con el último aliento me tiro adentro de la van y me saco las botas. tengo ampollas hasta en las uñas, y varias uñas negras, producto del traumatismo repetido en la bajada.

Pedro, en un golpe de timón inesperado, decide irse con Ricardo -el chofer de la van- hacia Puente del Inca mientras nosotros volvemos a Mendoza, y al fin de este viaje!

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