7.3.07

Primera Montaña III

A la mañana siguiente, nos levantamos temprano, y colaboro en lo posible con el resto del equipo, que prepara su asalto. Después del desayuno, los veo partir por el mismo camino del día anterior.
Hago una corta caminata por los alrededores, ordeno un poco el campamento y me siento muy quieto en unas piedras que protegen del viento a las carpas. Al poco tiempo, percibo un ligero movimiento, una mancha en la nieve. El zorro, de color dorado, se acerca desconfiado pero tentado por el olor de los alimentos.
Trato de mantenerme inmóvil, y me ayuda la ropa y los lentes. El animal termina acercándose hasta casi un par de metros pero su desconfianza puede más que el hambre, y escapa.
Es curioso ver que entre la nieve también hay ratoncitos.

Aburrido, me voy a la carpa que armaron los prestadores. Hoy estoy con más apetito y bien descansado. Allá me encuentro con un grupo de gente de Bahía Blanca, que estaban descansando. Compartimos mi pizza y su sopa, pero sobre todo, un espacio de tiempo muy agradable y enriquecedor. También estaba un francés, junto con un alemán, que volvía de intentar alcanzar la cima apoyado en dos bastones. Admirable!

Como a eso de las 16:00 vuelvo al campamento y me pareció sentir que me llamaban.
Miro para todos lados, recorro unos cientos de metros por el sendero hacia arriba y no encuentro a nadie. Trepo una colina de unos pocos metros que hay enfrente. Perder el camino de regreso es un riesgo importante, pero habitual. La blancura de la nieve confunde, y equivocarse es potencialmente muy peligroso. A ambos lados hay importantes desniveles. Pero nada.
Vuelvo a sentarme en la piedra, y nuevamente oigo mi nombre bajo pero claro. Se abre una carpa y me encuentro con Gabriel, acostado en su sobre, agotado.
Me dice que el frío arriba es muy intenso, y que había comenzado a congelarse las manos, por lo que decidió volver. El resto de la gente había continuado.
En la arista visible, el "viento blanco" se notaba claramente y la temperatura también había bajado mucho en el campamento.
Rápidamente calentamos una sopa y volvió a descansar.

Al caer las sombras, regresan Andrés, Alejandro y Pedro, ya con las linternas encendidas. No pudieron llegar hasta la cumbre porque las condiciones se endurecieron mucho, pero deben haber llegado hasta los 6.000 msnm aprox.
Todavía tenían ánimo de ir a festejar, por lo que nuevamente fuimos a la carpa grande, a festejar el regreso.

A la noche, la electricidad estática producida por el pasaje de una nube forma un halo azulado en nuestros cabellos y saltan chispas de nuestras manos.


A la mañana, estoy pronto temprano para descender, pero la salida se demora como hasta las diez. Me impacienta un poco esta pérdida de tiempo, porque a las 15:00 hs debemos estar de cualquier manera en el refugio. La camioneta se va, y nos había alertado que no podía esperar más allá de esa hora. Comenzamos la bajada y los primeros pasos en el filo me asustan: mirando para abajo, la caida a ambos lados es impresionante! El camino de bajada es mas rápido, pero también cansador. Las rodillas sufren mucho, y todo mi peso y el de la mochila se concentra en los dedos de los pies. Las botas dobles no son muy amables con ellos...
Al salir a esa hora, nos vemos obligados a alargar el paso. Un nuevo error mio (y van tantos que ya no los cuento...) es no desabrigarme, y estoy muy acalorado.
Al llegar a Las Veguitas ya estoy muy cansado, pero apenas tenemos tiempo para recoger lo que habíamos dejado en el pirqueo (estaba todo) y seguimos hacia el refugio. Por supuesto voy último, con los pies llenos de ampollas, y casi incapaz de levantar las piernas.
Me equivoco en un camino, y tengo que remontar unos pocos metros, lo que es un sufrimiento absoluto! Veo abajo la van, y a los primeros del grupo que ya están llegando. Por lo menos no se van a ir sin mi... creo!
Con el último aliento me tiro adentro de la van y me saco las botas. tengo ampollas hasta en las uñas, y varias uñas negras, producto del traumatismo repetido en la bajada.

Pedro, en un golpe de timón inesperado, decide irse con Ricardo -el chofer de la van- hacia Puente del Inca mientras nosotros volvemos a Mendoza, y al fin de este viaje!

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1 Comments:

Blogger Gabriel Budiño said...

Ahora solo queda darle continuidad al blog.

Abrazo

1:01 p. m.  

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