2.4.07

Al Aconcagua - Día 7

20.01.05 – Jueves – Confluencia - 3.368 msnm

El buen tiempo nos regala un cielo límpido y calmo. La tarea para hoy es ir al “Mirador de Plaza Francia”. A eso de las 07:00 nos levantamos, desayuno general, y a preparar las cosas. Pedro está con diarrea, por lo que no nos acompaña. Peor es la noticia que recibimos de Gerardo. Amaneció con llagas en la garganta, y le resulta muy dificultoso tragar, además de la fiebre. Decide volver a Puente del Inca y confía en restablecerse, para volver el sábado con Andrés. Lo veo muy improbable. La despedida resulta triste, pues todos comprendemos que las posibilidades de volvernos a ver en la montaña son muy escasas. Además está el peso del pasado: no es el primer intento que debe abandonar por un tema de salud.



Salimos puntualmente y mantenemos un paso muy medido y descansado. Estamos todos físicamente cómodos, y por lo menos yo, contento de estar caminando. Pasamos demasiado tiempo quietos. En el camino, por una discusión baladí, me enojé con JJ. No tiene sentido.





Vemos a nuestra izquierda el glaciar, pero el hielo está cubierto de piedras y tierra. Llegamos al mirador, cerca de 4200 msnm. El almuerzo fue especialmente liviano, pero dulce: chocolate y caramelos, pues no tenemos otra cosa. Mientras descansamos, apreciábamos la dura pared sur del Aconcagua . (de casi 3.000 metros de desnivel) y Julián nos indicaba las rutas De pronto, vemos caer un enorme alud que barre la pared por varios segundos.

Vemos operar un helicóptero que hace varios viajes por el valle. Llegan a lugar unos americanos, muy abrigados y con señales de mucho esfuerzo.

El camino de regreso fue cómodo. Al llegar, Pedro nos estaba esperando de buen humor, filmando sobre una colina.

Hoy, otro cumpleaños, el de Federico. La cena, que habíamos decidido que fuera temprano (dado lo escueto del almuerzo) fue como a las 18:00. Yo comí dos manzanas, pues al puré, único ingrediente de la cena, le habían puesto sal, a pesar de mi solicitud.

Es curioso la percepción de las personas sobre las enfermedades. Si yo fuera diabético, estoy seguro que nadie me ofrecería chocolate, y el menú sufriría cambios radicales. Sin embargo, a la hipertensión nadie le presta demasiada atención.

Casi enseguida de terminar la cena, a eso de las 18:30 comenzó a soplar el viento y la lluvia. Sin nada para justificar nuestra presencia afuera, nos metemos en las carpas. Pero la lluvia duró poco, y como estaba la doctora, fuimos a hacernos la revisión médica obligatoria. Resultó una profesional recién recibida, con muy buena onda. Mis bio-datos resultaron mejor de lo que pensaba. Sin embargo Edison presentaba la presión arterial alta. Otro más a comer sin sal.

Llegaron tres muchachos de Andorra. Uno de ellos es bombero y rescatista de montaña. Un físico envidiable. Nos quedamos hablando un largo rato. También llegaron los checos. Hay dos mujeres de Extremadura que aguardan por sus maridos.

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