19.4.07

Al Aconcagua - Día 9

22.01.05 – Sábado – Confluencia 3.368 msnm

Nos levantamos a las 06:30 y desayunamos dentro de la carpa.

Me duele mucho la espala, por lo que las maniobras para el desarmado de la carpa las hice lento, mal y molesto.

Tenemos con nosotros muy poco equipo. Dejamos para que transporten las mulas las carpas, los alimentos y las mochilas: llevaremos una mochila pequeña, con una comida de marcha, agua y poco más.

A la hora precisa, las 08:30 iniciamos la marcha. Hoy debemos llegar a Plaza de Mulas. El trayecto será por un largo valle, “Playa Ancha” que corre de este a oeste, casi a nivel, hasta llegar a la “Cuesta Brava” en la que se sube abruptamente hasta alcanzar nuestro destino.

A nuestra derecha dejamos el Cerro Almacenes, con sus bandas y colores, y atravesamos el puente sobre el Horcones.

El suelo es mayoritariamente de piedras sueltas, y se nota que sobrepasamos la cota de la vegetación, donde desaparece bruscamente.

El lugar es bastante transitado, y dado el gran campo visible, se ve mucha gente en él. En particular, un grupo de soldados, quienes saludan cordialmente al cruzarnos. Detalles que llaman mi atención: llevaban una guitarra, el oficial nos permitió sacar fotos, e iba una mujer (soldado también) con ellos.

Por suerte, a medida que vamos caminando me duele menos la espalda. Un breve almuerzo al cruzar el río, que estaba casi desaparecido. En el invierno -como lo pudimos apreciar en nuestra visita- cayó muy poca nieve, y lo que suele ser una rápida correntada de deshielo, se pierde entre las rocas.


En el camino, debemos cuidarnos de las mulas. Pasan varias recuas, tanto de subida como de bajada. Andan muy por el borde del camino: un mal paso y se despeñan. Además, al estar cargadas con los bultos, pasan demasiado cerca de nosotros...

La “Cuesta Brava” hizo honor a su nombre. Desde el derruido refugio de Colombia comenzamos a subir muy empinadamente. Asustaba ver a las mulas pisar en piedras de 10 cms de lado, y pensar que allí debíamos pisar nosotros.

Después de doce horas de marcha, llegamos a Plaza de Mulas “nueva”. Recibe este nombre porque es hasta donde pueden llegar estos animales. Hasta hace unos años atrás estaba situada un poco más bajo, a unos 500 metros de su actual localización.

Fuimos llegando poco a poco, porque en el camino, sobre todo en la cuesta, nos separamos. Pedimos a los guardaparques para registrarnos cuando llegaran nuestros pulmones, que venían más atrás.

Localizamos el lugar que nos correspondía, sin ver mucho a los costados, e intentamos armar el campamento. No fue posible pues las carpas estaban guardadas bajo llave. Cuando llegó Pedro comenzó el trámite, con enseñanzas sobre el lugar donde levantar las carpas, tamaño y forma que deben tener las piedras, etc. Sólo pudimos calentar agua después de terminado el armado, pues para prender el calentador hay que saber... A pesar de eso, recibimos una reprimenda, a la que Ángel responde dolorido.

Por suerte, el agua potable está en una tarrina a menos de diez metros, y el retrete a unos 50 metros.

En la carpa, continúo con Chavy y Edison. Nos llevamos muy bien. En otra, sólo y alejado, está Julián. A nuestro lado, están JJ, Ángel y Andrés. En la otra carpa, Javier y Pedro. El equipo está en los bolsos y tarrinas en el exterior, y parte en las carpas.

Cena temprano, y a dormir de inmediato, pues estaba muy cansado. El frío ya se hace notar, especialmente cuando se oculta el sol, que lo hace temprano. En algunos momentos una disnea me molesta, y tengo un leve dolor de cabeza. Me tomé un analgésico y a la prueba de fuego del sobre de dormir, que la pasa con nota 10.

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